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Las langostas parecían caballos listos para la guerra. En la cabeza tenían algo parecido a una corona de oro, y su cara era como de ser humano. Su crin era como el cabello de las mujeres, y sus dientes como los de los leones. Tenían corazas como corazas de hierro, y sus alas sonaban como carros llevados por caballos que corren a la guerra.

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